Cross a la mandíbula

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Durante el día, en un laboratorio de Lanús, busca el elíxir de las medias eternas. Algunos vecinos lo creen extraviado: él baja la cabeza y acepta el desprecio. Pero no bien cae la penumbra, se pone las calzas rojas con la zunga por encima, la musculosa y la capa haciendo juego y, en orgullosa soledad, escribe un libro tras otro. Uno tras otro.
Mientras tanto, en el Salón del Mal, los eunucos bufan.
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2 comentarios:

malditas musas dijo...

BRILLANTE. Eso.

Besitos de novia (pero no cadáver, eh);)

Roberto Arlt dijo...

Qué se yo si estar de acuerdo, pero si quiere lo arreglamos a las trompadas.