Libertades

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El portón del hospital permanece abierto apenas un instante, el suficiente para que entre el coche del director. Y el loco aprovecha y mira. Mira el mundo, sus calles asfaltadas, sus edificios tan rectos. Mira los postes de luz, los tachos de basura y las antenas de televisión. Mira a los chicos que salen de la escuela y a los oficinistas en sus pausas para almorzar y a madres apuradas y a un kiosquero y a dos policías y a varias maestras jóvenes, casi todas lindas o por lo menos tetonas. El loco siente tanto mundo metiéndosele a chorros por las pupilas, casi como si le doliera. Cuando el portón se cierra, le desconcierta una pena corrosiva. Y mientras la pena muta, poco a poco, en lástima, el loco piensa: “Pobre gente, encerrada ahí afuera”.
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3 comentarios:

Anónimo dijo...

santi...tan profundo como siempre...
te echo de menos...
muchos besos.

malditas musas dijo...

EXCELENTE.
Yo también te-echo de menos... ay si tuviera más tejas :))

Anónimo dijo...

¡Jajajaja! No, no puede ser, me hicieron morir de risa! jajajaja