Durañona: sobre su democracia representativa

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En Durañona, la clase política sabe que la mejor manera de ganar una elección es produciendo un fuerte impacto en el electorado. Así, los
candidatos han ido exagerando, poco a poco, sus rasgos característicos. Tanto que un día llegaron a parecerse más a quienes los imitaban que a ellos mismos. Las encuestas ratificaron el éxito del recurso. Así fue como hace ya varios años, los integrantes del partido de los políticos de ojos azules, por entonces en la oposición, decidieron candidatear a los cómicos imitadores en lugar de a los políticos imitados. Ganaron la elección con amplio margen, y la estrategia fue copiada de inmediato por el partido de los políticos de ojos negros.
A partir de entonces, los políticos reales viven encerrados en lujosos barrios privados, desde donde cobran derechos de autor por ser la inspiración de los imitadores, y los imitadores gobiernan el país con sus políticas de risa. Siguen prometiendo la redistribución de la riqueza, la pulverización del desempleo, el aumento para los jubilados y la creación de un Ministerio del suruflo, desde donde se trabajaría infatigablemente por garantizar el acceso de todos los habitantes al preciado bien. Los ciudadanos ven por la tele a los imitadores de los imitadores, festejan sus ocurrencias, las comentan en el trabajo y en las universidades, y los imitadores en el poder empiezan a fantasear con una vida cómoda en alguna mansión tranquila.
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