Biografías: Néstor Dulman

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Néstor Dulman nació en Florencio Varela, el 25 de febrero de 1958. Ya de pequeño se destacó por su talento para la música. A los tres años tocaba el piano con una pericia impecable. A los siete dominaba la guitarra, el contrabajo y la flauta traversa. Su curiosidad voraz lo llevó a avanzar en la busca de un instrumento con el que se identificase plenamente: en poco más de diez años sumó a sus destrezas la ejecución del oboe, el violonchelo, el xilofón, el triángulo, la batería, el clarinete, el bombo legüero, la ocarina y la trompeta (con y sin sordina). Sin embargo, su búsqueda alcanzó el punto álgido en la primavera de 1982, durante un asado en la casa de sus primos de Don Torcuato. Allí tuvo su primer acercamiento con la bondiola y comprendió –según cuenta en su autobiografía– que lo anterior habían sido garabatos de un destino poco lúcido. A partir de entonces se obsesionó por descubrir los secretos de su ejecución, llegando a dominarla en pocos meses. Los críticos rescatan su adaptación para bondiola del Preludio en si bemol mayor Op. 23, nº 2 de Rachmaninoff, su adaptación libre de La cumparsita para bondiola y sicu, y el compilado Esos carnavales cariocas de toda la vida.
A pesar del esfuerzo de un puñado de fanáticos, Néstor Dulman nunca se ganó el lugar que la historia le hubiera otorgado si la bondiola no fuera, según sus propias palabras, "un instrumento ninguneado por los directores de orquesta, los profesores de conservatorio y los subsecretarios de cultura".
Néstor Dulman murió en el otoño del 89, pobre y solo, en una pensión del Bajo Flores, víctima de un aneurisma cerebral.
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3 comentarios:

malditas musas dijo...

jajajajajajaja

Genial. Tenés que dedicarte al guión televisivo, dejá lo que hacés YA, que hay vida después del trabajo.

Escrito impecablemente.

bss
musa

Anónimo dijo...

Pocos supieron tocar la mondiola (así le gustaba llamarla a él en la intimidad) como Néstor. Lo sé, porque yo, sí, yo, fui uno de sus alumnos más aventajados. Todos los años lo recuerdo, por lo menos una vez, tocando mi bondiola, homenajeándolo con alguna interpretación grasosa, repleta de ese colesterol tan sonoro y particular de mi bondiola.

Gracias al autor por rescatar, por hacer justicia con la memoria de uno de los grandes.

Enrique Abatantuono, músico.

DrVicious dijo...

solo pienso usar este espacio para citar las palabras de otro grande de la música de un talento similar al protagonista de tu post.

"Soy Charly García, tráiganme un whisky con Rivotril"